viernes, 22 de mayo de 2009

Sólo con coco

He mantenido el contacto con J via messenger tras nuestro primer encuentro y, al mismo tiempo, noto que algo se esta originando en mi interior, y no, no me refiero a haberme quedado embarazado.

A día de hoy, siento que mi vida sexual, aunque muy placentera, ha estado vacia de sentimiento. Sentirme querido por alguien, y que ese sentimiento sea recíproco, es algo, que a día de hoy aún desconozco. Este modo de pensar ha hecho replantearme mi vida y he llegado a una conclusión. Quiero conocer a alguien, alguien a quien querer, alguien quien me quiera, alguien con quien compartir mi tiempo...



Me dirijo hacia Mostoles, he quedado con J. La idea principal es solo hablar, los dos estamos de bajón y hemos conectado bastante, pero la carne es débil. Tras ir al extraradio de la ciudad, nos situamos en la parte trasera del coche. Nos abrazamos el uno al otro, y nada más.

Sólamente usé dos de mis sentidos. El oido me permitía escuchar esos pasos de elefante que salían de su torso, y el tacto, me hacía darme cuenta de la presión que sus brazos ejercían sobre mí, cada vez más fuerte, como si no quisiera dejarme escapar.

Al final, al igual que en la primera cita, mis labios se juntaron a milésimas de distancia de los suyos, y como en el pásado, el primero en lanzarse volvió a ser él.

De los besos pasamos a las caricias, de las caricias, a la masturbación, de la masturbación, al sexo oral... Y nada más. No teníamos condones, así que todo quedaría en eso.

Me senté frente a él y agarré nuestros penes con mis manos, masturbando ambos al unisono. Nuestro calor corporal hizo que las ventanas del coche se llenarán de vaho, delatando el uso que estabamos dando al coche. Acabamos por corrernos al mismo tiempo. Tras esto, ocurrió algo que no me esperaba.

Volví a acabar rodeado por sus brazos, sintiendo sus latidos y su respiración sobre mi, algo que a día de hoy, nunca había experimentado. Y me gustó, ya lo creo que me gustó...

martes, 12 de mayo de 2009

Sequia interrumpida

El Invierno ha llegado y mi cuerpo, a diferencia del clima, está más caliente que nunca. Ha pasado casi una estación entera desde que mantuve mi última relación sexual. Largo tiempo ha transcurrido desde mi último ingreso al Mercadona y, hoy, es el momento de volver a visitarlo.

Tras recibir numerosas ofertas, acabo optando por una que me ha llamado la atención. Parece que tiene muy seguro lo que busca, sin ningún malentendido, y eso me gusta. Comenzamos a mantener una conversación de índole sexual que evolucionó a algo más personal. El chaval es un encanto y, aunque físicamente no me convezca del todo, me atrae. Acordamos nuestra cita tres días después de conocernos por el chat. J, se convertiría en la lluvia que calmaría mi sequía.



Estoy impaciente. Me encuentro en la estación de trenes de mi pueblo y los minutos se están convirtiendo en horas para mí. Tras mi larga espera, el tren llegó, y para mi colofón, no avistaba a J entre los pasajeros que bajaron de él. "¿Me habrá dado plantón?", pensé.

Pero mi vista solo me jugó una mala pasada. Ahí se encontraba, caminando hacia mi. Era más alto de lo que me imaginaba, y esa cazadora de cuero, sumado a las gafas de sol y a su melena, le da un aspecto heavy que me pone bastante. Me gusta, y para mi pesar, tendré que controlarme hasta que lleguemos a mi casa, aunque si por mi fuese, le violaba ahí mismo.



En persona es igual que por messenger, lo cual agradezco porque ha conseguido que el camino hacia mi casa se me haga ligero y ameno. Introduzco las llaves en el portal. El ascensor ya estaba esperándonos, nos introducimos y al cerrarse la puerta, le empujé contra la pared y le besé. Me apretó hacia él fuertemente agarrándome por el culo. No era el único que estaba impaciente.

"Me alegra saber que tenías tantas ganas", dijo J cuando me giré para pulsar el botón del ascensor. "No lo sabes bien", le respondí antes de lanzarme de nuevo hacia él. Mientras abría la puerta de mi casa, él me agarraba fuertemente el trasero. Me esta poniendo a cien.

Entramos en casa y le conduje rápidamente a mi cama. Cerró la puerta, yo aproveché para bajar las persianas y, al girarme, él me agarró fuertemente y me empujó contra la cama. Se lanzó hacia mí, y no hizo nada más. Solo dejó sus labios a milésimas de los mios, sintiendo su respiración sobre mi. Entendí la situación y le seguí el juego. Terminó por comerme la boca el primero, gané.

Su boca pasó de la mía a mi cuello, incando sus dientes en él. Le empujé con fuerza tomando el control de la situación. Tras desnudarle, mi lengua empezó a recorrer su torso, bajando por el ombligo y terminando en su pene. Comencé a realizarle una de las prácticas que más me gusta, el sexo oral. "Puta bolita..." decía de vez en cuando, refiriéndose al piercing de mi lengua.

Sonó mi móvil, se trataba de mi hermana pero no se lo cogí. Él aprovechó este respiro para colocarme debajo suya. Sentí la punta de su erecto pene en mi ano, y sin ningún tipo de penetración previa ni uso de lubricante, me lo introdujo por completo. Pensé que me moría, pero con cada uno de sus fuertes movimientos de cadera, mi cuerpo fue adquiriendo un estado de placer progresivo.



Al rato, un temor se apoderó de nosotros. La puerta de la casa había sonado y unos pasos se dirigían hacia mi habitación. Rápidamente nos levantamos, me vestí y me dirigí a la puerta, la cual se abrió a mi llegada.

Mi hermana enfrente, yo semidesnudo hablando con ella, y al otro lado de la puerta, J en calzoncillos. "Joder, que te estaba llamando, que no tengo llaves de esta casa y tenía que subir a por unos papeles del perro", me explicó mi hermana. "¡Ay lo siento! Es que estaba durmiendo", me excusé. Mi hermana se dirigió de nuevo a la cocina, y desde mi habitación podía distinguir dos voces masculinas, la de mi padre y la de mi cuñado.

"Espera aquí, vuelvo en cuanto se vayan", le dije a J. Me dirigí a la cocina, y entendí que mi hermana, tras no poder hablar conmigo llamó a mi padre para que le abriese la puerta. "Bueno Papá, yo me voy a acostar de nuevo, que tengo sueño. ¿Tú vuelves al trabajo, no?". "Ni de coña, yo ya me quedó aquí, ja ja ja". Mi hermana y mi cuñado se fueron enseguida, pero bajo estas cuatro paredes, aun quedaba una persona con la que mi padre no contaba.



Tras volver a la habitación, allí se encontraba J, sentado sobre la cama, más nervioso que yo. Me lancé de nuevo hacia él, pero me paró y preguntó "¿Se han ido ya?". Una gran virtud o un gran defecto mio, según se mire, es que soy una persona muy sincera. "Aun está mi padre, y no se va a ir". Su cara de pánico me superó. "¿Tiene pestillo la puerta?", me preguntó. Me levanté, puse el pestillo y retomamos lo que habíamos empezado antes.

Me apoyó la cabeza contra la almohada, él introdujo su pene en mi ano. Sus brazos recorrían mi pecho y sus manos se agarraban de mis hombros. Estaba complétamente agarrado a mi, lo cual le permitía penetrarme con fuerza mientras me comía la oreja. Nuestro movimiento estaba originando bastante ruido en el mueble de la cama y por miedo a que mi padre nos pudiese pillar, debía aguantarme los gemidos, aunque de vez en cuando no los podía controlar y soltaba alguno.

Me dio la vuelta, penetrándome de tal forma que nos veíamos mutuamente la cara. Mientras él seguía con sus movimientos pélvicos, yo me agarraba fuertemente de las sábanas con la mano izquierda mientras me masturbaba con la derecha. En esa postura, acabamos alcanzando el climax los dos casi al unisono.



Ahora toca lo más difícil, sacar de mi casa a un tío de 1'90 sin que mi padre le vea. Me dirigí a la cocina para despedirme de mi padre, los Domingos siempre como con mi madre. Abrí la puerta que da a la calle y rápidamente J cruzó la entrada. Un último adiós lancé a mi padre, comprobando que todo iba bien.

De camino a la estación nos reímos de la situación. A mitad de trayecto, en un parque, mi hermana estaba bajando al perro. Me acerqué a saludarla y retomé mi camino. A la altura de casa de mi madre, J me dijo que sabía volver a la estación desde ahí él solo, así que no hacía falta que le acompañase. Acepté su propuesta y me despedí de él.

Subiendo el ascensor de casa de mi madre, vi el enorme chupetón que me había provocado en el cuello J. Ese chupetón fue la mofa de la comida.



Tras esta experiencia, me replanteé la modificación de las reglas de mi juego. A partir de ahora, si alguien me gusta y me lo hace pasar bien, adquiere el derecho de repetir.

Y, de forma graciosa, durante la experiencia con J, descubrí que mi habitación, en realidad, no tiene pestillo.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Mi sueño

Todo comenzó en un teatro. Mi instituto había organizado una excursión para ver una obra de danza contemporánea, cuya compañía previamente había visitado mi centro educativo para hablarnos un poco sobre ellos y hacer un pequeño taller de danza.

Dicha compañía estaba formada únicamente por cuatro personas, tres chicas y un chico. Y, desde que las luces del teatro bajaron su intensidad para dar comienzo a la obra, todo mi interés, al contrario que al del resto de mis compañeros, se centró en la obra. Cada movimiento que realizaban me fascinaba. El modo de comunicarse únicamente con su cuerpo, poder trabajar en el mundo de la danza tiene que ser muy sacrificado, pero muy placentero.

Cuando el único varón de la compañía salió a escena, toda mi atención recayó en él. "Quiero ser cómo él", pensé.

Al terminar la obra, los bailarines comenzaron una rueda de preguntas entre el público. Las manos se alzaron, y entre ellas, la mía. Al final no tuve que realizar mi pregunta, pues, una chica se me adelantó y formuló la pregunta que a mi me interesaba: ¿desde que edad llevan bailando?

"Yo empecé a los 8 años". "Yo un poco antes, a los 6". "Yo a los 8 también". Esas fueron las respuestas de las bailarinas. Por último, el bailarín que tanto me entusiasmo durante la hora anterior dijo "Yo empecé algo más tarde, comencé con 18 años".

Esta claro que la edad no importa para empezar algo que te gusta, y desde ese día tuve claro a lo que quería dedicarme en el futuro... Quería ser bailarin.

Me informé, y al tiempo, empecé a tomar mis primeras clases.



Comencé a recibir clases de ballet clásico y ballet moderno en una escuela pública de mi pueblo. No me extrañó ser el único chico en la clase, el mundo de la danza, y sobre todo, el ballet, siempre se ha enfocado al sector femenino.

Desde el primer momento en el que pisé la escuela y empecé a tomar mis primeras clases, tuve claro que por fin encontré algo que me llena. Noelia, mi profesora, es un sol. "Te desenvuelves muy bien bailando, ¿no me estarás engañando y ya habrás bailado también en el pasado, no?". Esa teoría que ella tenía al verme en su clase de moderno se vino a bajo al verme en mi primera clase de ballet. Me mencionó si hacía esto por hobbie o si me interesaría dedicarme a bailar profesionalmente. Al conocer mi situación, me propuso prepararme durante este año para presentarme al conservatorio en Junio. Me espera un duro trabajo.

Gracias a que ella habló con el director de la escuela, conseguí clases gratis. Pasaba las tardes en la escuela, que pasó a ser mi segunda casa, y evolucioné bastante rápido, hasta alcanzar el nivel de 4º, el curso más avanzado dentro de la escuela.

Tantas horas de sacrificio dan su fruto y, gracias al nuevo estilo de vida que he adquirido, me siento mejor que nunca. No me va mal en los estudios, puedo compaginar los obligatorios con la danza. Llevo varios meses sin mantener ninguna relación sexual, pero en estos momentos, no lo considero una prioridad ni algo necesario. He ampliado mi circulo de amistades. Mis compañeras de ballet son de lo mejor. Y sobre todo, gracias a mis comienzos en el mundo de la danza y al dedicarle tantas horas, he conseguido olvidarme de S. Tarea ardua y díficil al principio. El primer amor nunca se olvida.



Dicen que lo más grande que a uno le puede suceder, es amar, y ser correspondido. Aún no lo puedo corroborar.

martes, 5 de mayo de 2009

No siempre se gana

Ha pasado un tiempo desde que S y yo hablamos por messenger, y cada vez, tengo más claro, que me estoy enamorando de él. A mi parecer, no es algo recíproco, solo le gusto. Pero con saber que algún día podríamos tener algo me conformo.

Una noche, al encender el móvil me encontré un sms con 8 perdidas de él. "Ocho perdidas tuyas me encontré al encender el móvil. Ocho sms mios recibirás ahora intentando conquistarte".

Esa noche, al cuarto mensaje, me llamó. Me encantó oír su voz. Aunque posteriormente entendí que solo lo hizo para no mandarle más sms. Le estaba agobiando.



Este fin de semana quizás viene a Madrid y nos conocemos. Me muero por verle, poder estar a su lado, hablar con él cara a cara, abrazarle, besarle... Pero en el último momento, el posible viaje no se efectuó.

Seguíamos hablando por messenger, pero la cosa empezaba a ser distinta. Empezamos a distanciarnos, ya no hablábamos tanto... Los días sin hablar se convirtieron en semanas, las semanas, en meses.

De vez en cuando manteníamos alguna conversación rápida y estúpida. Nada más. Sólo he sido una novedad en su vida, y se agobió, así que nuestra relación nunca prosperó.



Entonces me acordé de lo que le dije a Javier en una ocasión: "No siempre se gana". Y está claro, que en esta ocasión, he perdido.

lunes, 4 de mayo de 2009

El hombre de hielo

He encontrado una razón para mi, para cambiar quien solía ser... Una razón para comenzar de nuevo... Y esa razón, eres tú.



Todo comenzó como una simple curiosidad, pero ya sabéis lo que dicen... La curiosidad, mató al gato.

Nunca he tenido una conexión tan fuerte con nadie. Me encuentro hablando con una persona que vive a 500 km de distancia, pero para mi, durante las horas que llevamos hablando me ha parecido tenerle a mi lado. Cada tecla que pulsa para hacerme saber de él o interesarse por mí me abstrae de todo lo demás.

Es un buen tío, alguien en quien puedo confiar, alguien a quien estoy dispuesto a brindar mi amistad, alguien a quien me muero por conocer.

Los días transcurren, y seguimos en la misma onda. Las noches que no nos despedíamos recibía un mensaje suyo, deseándome las buenas noches. 

Un temor se esta apoderando de mi... me esta empezando a gustar, y hasta ahora, nadie me había hecho sentir algo parecido.  Siempre me han dado miedo las relaciones sentimentales, al fin y al cabo, siempre acaban haciéndote daño. Y, por primera vez en mi vida, me estaba ilusionando por alguien. ¿Merecerá la pena luchar por S? Solo me hace falta ver una foto suya para sentir como me derrito por él. Su fea nariz, su sonrisa de niño, su perilla de bohemio... No sé si merecerá la pena luchar, pero al menos, yo estoy dispuesto a hacerlo.

El me confesó ser muy frío a la hora de los temas sentimentales y que para esas cosas es muy raro. Razón por la que le llamaba el hombre de hielo o el hombre roca. Pero bajo mi punto de vista, toda roca necesita un escultor. E intentaré por todos los medios en ser el suyo.



Aunque no todo es de color rosa. La situación con Javier cada vez es más insoportable. Mi móvil no para de sonar y en cuanto entro al messenger, él ya esta ahí esperándome ansioso por interrogarme. Dónde he estado, con quien he hablado... Esta más paranoico y celoso que nunca, la situación se me esta empezando a quedar grande.

Los exámenes le están saliendo mal, ha fallecido su abuela... necesita de mi consuelo, según él. Sé que solo se trata de una estrategia para poder acostarse conmigo, y rechazo su oferta. No puedo más, me siento acosado.

Mi móvil recibe llamadas por su parte constantemente. Debo cortar esto de raíz, pienso. Al coger mi móvil para llamarle y dejar las cosas claras, veo que tengo un mensaje no leído.

De repente una sonrisa se dibujó en mi cara, era S. Solo se trataba de un sms informándome de dos llamadas perdidas suyas, pero ese mensaje, me dio las fuerzas para seguir adelante con lo que tengo en mente...

domingo, 3 de mayo de 2009

Física o química

Desde el momento en que Javier y yo hablamos por messenger, supe que me traería problemas.



Me he vuelto un adicto al chat y recibo ofertas por todos lados de hombres que me resultan muy atractivos. De todas formas, ninguno me acaba de convencer y no me atrevo a quedar con ninguno.

Uno de los múltiples sujetos que intentaban tener algún tipo de relación conmigo, era un universitario estudiante de física. Javier. Un cuerpo muy definido, una cara muy atractiva y... un obseso por mantener conversaciones de índole sexual. Al principio no le hacía mucho caso, y siempre me decía "Qué pena que no busques novio...".

Un día empezamos a hablar, una conversación seria y normal. Nos contamos nuestras respectivas vidas y acabó habiendo mucha química entre los dos.

Las conversaciones duraron un par de días más y me empezó a gustar bastante. "Quiero oír tu voz", me dijo. Nunca me ha gustado hablar por teléfono, y se lo hice saber. Acabé accediendo a realizar una llamada a su casa. Estaba de los nervios, pero poco a poco me relajé y me acabe por coger gustillo a charlar por teléfono.

"Que pena que no busques novio...". Esa frase me la repetía constantemente, por supuesto, no iba a comenzar una relación con alguien que solo conozco por internet. Pero poco a poco se iba ganando mi confianza. Acabé por proponerle que nos conociésemos en persona. El miércoles, a la salida de un examen suyo, le iría a buscar a la universidad. Quedaba exáctamente una semana.



Me llamaba constantemente y nos contábamos lo que habíamos hecho al cabo del día. Desde luego, le juzgué mal al principio, es un encanto y se lo esta currando.

Ese fin de semana, eran las fiestas de Mostoles y D y A vinieron de Barcelona. Fuí a recogerlas a Avenida de América el Viernes. En principio, solo D se hospedaría en mi casa, pero A se quedó tirada, y ya sabéis lo que dicen, donde caben dos caben tres, y mi cama es muy grande.

Cuando llegamos a mi casa para dejar las maletas, ellas dos regresaron a Madrid, al concierto de un amigo nuestro. Decidí no ir por si pedían DNI. Le comenté a Javier que este finde lo pasaría con ellas y añadí "Tranquilo, me portaré bien en las fiestas de Mostoles, si alguien me propone algo les diré que estoy casado contigo". Le alegró bastante oír eso por mi parte, aunque yo no hablaba en serio.



A las 22.00 salí de mi pueblo para dirigirme a Mostoles. Teóricamente, el concierto terminaría a las 23.00, y cuando terminara D me llamaría nos encontraríamos posteriormente en Puerta del Sur. Me mandó un sms diciendo que volviese a mi casa. Eran las 22.20 y veinte y no había comenzado a tocar el grupo de Z. "No importa, os espero en Puerta del Sur, lo prefiero a estar encerrado en casa". Mala elección.

Llegué a las 23.45 a puerta del Sur. Las 00.00... Las 00.30... La 1.00... Estaba de los nervios, quería que llegasen ya, y encima, no me cogían el teléfono. En un acto de depresión me recorrí toda la zona de metro. Y, en la última de mis múltiples subidas por las escaleras, vi una cara conocida. N acompañada de un chico y una chica que no conocía. Abracé a N con todas mis fuerzas diciendo: "¡¡Dios!! Eres mi salvación".

Ellos también venían del concierto, así que D y A no tardarían en llegar. Deberían darse prisa, el último metro estaba al caer. Llegaron al mismo tiempo que el último tren, y mientras nos dirigíamos a Mostoles, se disculparon por dejarme abandonado. No importa, es hora de la fiesta.

Al llegar a Mostoles, le mandé un mensaje a Javier comentándole lo sucedido.

Fue una noche muy divertida, donde conocí a bastantes personas del círculo de N que me cayeron bastante bien. Por algún motivo, no podía quitarme de la cabeza a Javier, así que no activé el chip de ligar y no hubo presa alguna aquella noche. En cambio, D se lizó con Zi, y D se lió con Z.

Al final de la noche, no sé como, pero nos dirigíamos A, D, Z y yo en cercanías hacia mi pueblo. Llegamos a mi casa y, para la sorpresa de mi padre, había un intruso con el que no contaba.



Al día siguiente no hablé mucho con Javier, solo le saludé por msn y le dije que estaba ocupado atendiendo a mis visitas. Ya hablaríamos el Domingo cuando se fuesen.



El Viernes y el Sábado también estuvimos en las fiestas de Mostoles.

¿Novedades? El Viernes D se lió con Z, y A se lió con el mejor amigo de Z. Y para terminar el combo, el Sábado D se lió con X. Persona de la cual, acabó enamorándose posteriormente, un amor fatal.



El domingo, mis inquilinas se marcharon de vuelta a Barcelona, y ahora me tocaba hablar con Javier. Discutimos bastante... bastante. Tenía argumentos que me parecían estúpidos. Cansado de tantas tonterías, acabé por decirle "Encantado". Y le eliminé de mis contactos.

Para mala suerte la mía, no recordaba que, antes de darme su msn real, el primer sitio por donde hablamos fue su msn de los ligues, una especie de filtro para las personas que de verdad le interesan.

Estaba fuera de sí. Me amenazaba con que siguiésemos hablando o me jodería la vida. "No sabes quien soy yo y la de daño que te puedo hacer, y como se te ocurra desconectarte pienso estar toda la noche llamándote al móvil o a casa hasta que hablemos".

Me estaba asustando realmente y acabe por entender que, si quería salir de esta, debería utilizar mi empatía y seguirle el rollo. Acabe por arreglar la situación, pero esta claro que ya nada sería lo mismo, he conocido la verdadera cara de Javier. Una cara agresiva y celosa.



Al día siguiente, cotilleando el fotolog de M, acabé por mirar el fotolog de un amigo suyo al cual escribía sms's por la noche cuando estábamos en cama. Me autopresenté dejándole una firma y...

Nunca pensé que ese acto cambiaría tanto mi vida posteriormente...

sábado, 2 de mayo de 2009

Hay alguien ahí

Siempre se ha dicho que la vida esta llena de puertas y que debemos hacer nuestras elecciones ante los desvíos que los diferentes caminos nos ofrecen.



Estoy alcoholizado y con unas ganas increíbles de sexo. Me encuentro en la macrodiscoteca de mi pueblo, donde el alcohol es de mala calidad y de precios elevados, la música es pésima y, lo que es peor, no hay ningún homosexual a la vista.

Llevo un rato con mi circulo de amistades bailando y haciendo el tonto. Si tengo que aguantar esto mucho más, necesitaré más alcohol en vena. Me dirigí a la barra de uno de los puestos dirigidos por los distintos locales de mi pueblo. "Un chupito de tequila, por favor".

"Ponme a mi un chupito de tequila y otro para el chaval", dijo una voz a mi lado. Un hombre de unos 25 años se encontraba a mi lado. Me lo quedé mirando, perplejo. Me sonrió, y ahí entendí que mi amigo el Tequila me ayudaría de nuevo a ligar.

"No sé si debería beber más, ¿eh? Dentro de poco no sé si seré consciente de lo que haga".

"Mejor, así me será más fácil ligar contigo". Me pregunto si estará de coña, pero le veo muy convencido. Solo me limito a sonreírle. "Parece que no te ha disgustado mi comentario", me suelta. "¿A mí? Poco me conoces", le reproché.

De repente, se acercó a mi y, susurrándome al oído dijo "Si me dejas podríamos conocernos mejor mientras vamos a mi casa".

Sin pensármelo dos veces, y sin avisar a mis amigos me dirigí con este extraño a la salida del campo de fútbol, lugar donde el ayuntamiento sitúa la macro. Andamos un buen trecho hasta llegar a su coche, mientras manteníamos una conversación bastante entretenida.



Al llegar a su casa, me dijo que debía comprobar si sus padres se encontraban en ella. Me metió en su cuarto, y mientras él comprobaba si había alguien en la casa, me acomodé en la cama. Regresó, y con una sonrisa se abalanzó sobre mi. "No hay moros en la costa, ¿no?", le pregunté. "No te preocupes".

Comenzó a desnudarme. Se trata de un buen amante, sabe acariciar muy bien y me esta excitando bastante. Su lengua empieza a recorrer mi cuello... baja por mi torso y termina por realizarme una felación. No tardé en correrme, aún así, nunca he tenido problemas de erección. A pesar de eyacular, mi pene suele mantenerse rígido, y más aún si me encuentro a un sujeto que sabe satisfacerme tan bien. Comprendió que, aunque yo ya hubiese alcanzado el climax, quería más. Me giró, y comenzó a penetrarme.

Me he encontrado a un dios del sexo. Y mientras él, poco a poco me hacía alcanzar la gloria, oí un ruido. "Creo que han llegado tus padres", le dije asustado. "No te preocupes, mis padres están aquí desde que llegamos".

Ante mi cara de indignación, me explicó que sus padres son sordomudos, así que por mucho ruido que hiciésemos ni se enterarían. Mi cara de incredulidad le animó a pegar un grito, afirmando su teoría.

"Ya te lo dije, no te preocupes y disfruta". Le hice caso, adopté el control y comencé a satisfacerle.

La gente siempre dice que, en una relación, prefieren estar debajo. Mi caso es el contrario, llevar las riendas de la situación, y ser yo quien, con cada movimiento de mi cadera, pueda ver la cara de placer que adopta mi juguete.

Entre nuestros gemidos y el sonido de la cama, estábamos haciendo bastante ruido, y, finalmente, el orgasmo que le provoqué fue la nota final.

Me cogió en brazos y me situó junto a él en la cama, abrazados, con mi cabeza apoyada sobre su pecho, donde me dormí.



Al despertarme, me encontré encima del hombre que tanto placer me había proporcionado durante la noche. Me incorporé y miré el reloj de mi móvil. Las diez y media. Debo volver a casa. Empecé a vestirme. "'¿A dónde vas?". "Debo irme, es tarde y debo dar señales de vida a mi padre", le contesté.

"¿Vas a irte sin pegarte una ducha?". Se levantó y me empezó a arrastrar al baño. "Un momento, ¿y tus padres?", le pregunté. "Tranquilo, a estas horas no estarán en casa".

Me desnudó y me metió en la ducha con él. De nuevo, bajo el agua que caía sobre nosotros, comenzó el mismo ritual que durante la noche tanto me hizo gozar.

viernes, 1 de mayo de 2009

Las apariencias engañan

El primer contacto sexual que tuve con una persona conocida por chat, me animo a frencuentarlo muy a menudo. Aprovechaba cualquier estancia en el ordenador para ver la mercancía que abastecía el Mercadona. Me estoy convirtiendo en un adicto. No tenía bastante con ser fumador, alcohólico y mal estudiante.

Entre mi lista de posibles candidatos para un segundo encuentro, acabé eligiendo a Fran. Tenía un físico impresionante y era agradable mantener una conversación con él vía msn.

Decidimos quedar el Miércoles siguiente, la casa de mi madre estaba vacía y tenía que aprovecharlo.

Recibí un mensaje suyo. "Ya he cogido el autobús hacia tu pueblo, espero que estés preparado para pasarlo bien".

Como un niño ansioso esperando a que pase el carrito de los helados, fui a la parada de autobús. De pronto, frente a mi, el ansiado carrito llegó, y con él, el helado que me satisfacería.

Bajó del autobús y me reconoció en seguida, y, para mi asombro, su rostro se enrojeció. "No suelo quedar mucho con personas del chat", me confesó. "¿Te crees que yo sí?, le pregunté a modo de respuesta.

Llegamos a casa de mi madre, él seguía muy nervioso, y para romper el hielo, me abalancé sobre él y comencé a besarle. Él se dejó llevar, y empezó a adoptar un rol muy dominante que me excitó bastante. Me agarraba fuertemente el trasero mientras me mordía el cuello, me quitó la camiseta y empezó a recorrer su lengua por cada centímetro de mi cuerpo. Se notaba que sus nervios habían cesado.

Tras olvidarse completamente de él y darme placer únicamente a mi, debía tomarle el relevo. Fracasé, al intentar ser yo quien tomara la iniciativa, me agarró fuertemente y dijo "Chss... Sólo haz lo que yo te diga."

Se bajó el pantalón, y me acercó la cara hacia su sexo. Fui a introducirme su pene en la boca, pero me paró la cara. "Quieto, déjame a mi el trabajo". Me introdujo su pene, y comenzó a lo que comunmente se conoce como "follar la boca".

Me tenía agarrada la cabeza con sus manos así que él tenía el control del tamaño de pene a introducir, pero tenía tendencia por introducirlo por completo. Agradezco que se cansara rápido de tener que realizar un movimiento de cadera para darse placer, faltaba poco para mi asfixia.

Con un movimiento de cabeza me dio a entender que tomase ahora yo el control de la felación. Él estaba perfectamente depilado, así que mientras le masturbaba, comencé a pasar mi lengua entre sus genitales. La expresión de su cara me hizo entender que, en esos momentos, se encontraba en un estado de placer total.

Al rato, mientras yo seguía al tema, el hombre que estaba tras el pene que yo tenía en la boca me dio un cachete en el culo, pero no de los tiernos, sino de los bestias, ante el susto, mi cuerpo reaccionó cerrando la boca… auch.

Después de un tiempo para que se le pasara un poquito el dolor, pasamos a la penetración. Al principio me preguntaba a mí mismo si él estaba siendo tan bestia debido al accidente con el cierre de mi mandíbula. Luego entendí, que era así. Se conoce que él debía estar muy excitado, pues cuando aceleraba un poco frenaba de golpe diciendo "Espera que me corro".

Me dio otro cachete, esta vez estaba preparado, mientras estábamos los dos de pie, besándonos y tocándonos. Me dio otro cachete, y otro y otro, joder, me estaba pegando una paliza, no me va el sado y me estaban hinchando a hostias, así que decidí tomar las riendas, saliva en la mano, dos movimientos maestros de muñeca, un “espera que me corro” y maté la faena antes de tener que llamar al 112.

Con la mentira de que mi hermano llegaría en breves, le eché de casa. No me había corrido, pero al menos salí vivo de esa experiencia. Aún así, no me gusta dejar nada a medias, y a mi cuerpo menos.

Y ya sabéis lo que dicen. Nadie te va a tocar mejor que tú mismo.